El dichoso pulpo...

... y no precisamente el animal, me refiero al mecánico.

¡¡Por Dios!!, que ya no estoy para estos trotes, ¡que ya no es lo mismo!, que inacabables minutos, se me hicieron eternos. No se exactamente cuanto tiempo duró, no creo que llegase a 5 minutos, pero fueron larguiiiiiiisimos.

Christian me decía: "mamá que estás gritando", y yo, "¡¡siiiii, es que quiero que se acabe yaaaaa!!"

Es que parecía que nos íbamos a salir del cacharro este.
Cuando nos bajamos me dolía la pierna, el brazo..., si hasta temblaba. No imagináis la fuerza que hacía para que no se abriese la condenada barra que teníamos delante, porque para mi que se abría, y entonces me daba pánico pensar que Alexandra se me podía salir volando cuando estabamos en lo más alto.

Hacía años, pero años que no me subía a un cachivache de estos, pero ahora mismo os digo... ¡que NUNCA MÁS! mientras me acuerde, y lo voy a recordar durante muuuucho tiempo.