Desde que nacieron, gracias a Dios y por fortuna para mi, no nos hemos separado.
No soy una estupenda madre, solo y exclusivamente soy la madre de mis hijos y eso para mi es mas que suficiente. No necesito excusa, tampoco motivo para hacer por ellos ¡TO-DO! lo que esté en mi mano.
Será que están casi siempre conmigo, y sino lo están, se que están en buenas y responsables manos, también para ser del todo sincera, porque me da miedo. Por eso creo que aún no me he decido a dejarles salir solos, aunque aclaro que ellos tampoco me lo han pedido, estamos acostumbrados a estar y salir siempre juntos.
¿Que a qué viene esto?, pues a que a veces no sé si estoy siendo muy protectora con ellos. Se que lo que les tenga que pasar les pasará estén con quien estén, pero…
En algunas cosas les he ido dando libertad pero en otras aún no me atrevo y creo que todavía tardaré en hacerlo.
La duda me asalta cuando veo niñas y niños de sus mismas edades solos en la calle sin adultos que les acompañen, que conste que no juzgo a nadie, ¡faltaría más!, cada cual hace lo que cree que es mejor y vive como quiere. ¡Peeerooo!, que no venga nadie a juzgarme a mi ni tampoco a meterme por los ojos su forma de vivir.
Yo recuerdo de mi niñez y la de mis hermanos la compañía de nuestros padres. Se que eran otros tiempos y que la vida era mas “sana”, pero así y todo la compañía casi continua de nuestros progenitores no nos dejó ningún tipo de trauma ni problema, por eso para mi entre otras muchas razones es un ejemplo a seguir.
Así que no creo que esté actuando del todo mal, mientras pueda, seguiré siendo la gallina con sus polluelos; la madre de mis hijos.